lunes, 23 de abril de 2012

El café de media mañana

Un ejemplo del cuerpo del delito


En mi vida siempre ha habido café de media mañana: más o menos rápido, a veces en situaciones "almodovianas" pero es una tradición ancestral.... desde la universidad. Peeeero últimamente, la que sigue, parece ser  la secuencia habitual de lo que antes era un café mañanero.


El café, ¡qué bendición!, significa descanso, una parada en el trajín diario, un respiro. Los cafeteros nos tomamos nuestro tiempo con este tema: Tiempo para comprar una determinada marca de café o una determinada denominación de origen, colombiano, jamaicano, arábigo; tiempo para elegirlo en grano o molido; tiempo para seleccionar la cafetera ya sea express o italiana por ejemplo. El tiempo necesario para prepararlo, la cantidad de agua y la cantidad justa y necesaria de café. Al rato, se oye como bulle el agua en la cafetera y comienzas a oler ese aroma que te anuncia que tú café está listo. El café, para los cafeteros, es mucho más que café.


Empieza la semana:


Lunes, cuesta retomar el ritmo después del fin de semana: recién preparado ¡mi “Café”! de media mañana, suena el teléfono. Vaya, tras la conversación se quedó frío.

Martes, recién preparado “El Café” de media mañana que me espera humeante, llaman a la puerta. Es el cartero comercial, diez minutos más tarde un mensajero y después quieren buzonear publicidad. Vaya, se quedó mi café frío de nuevo.

Miércoles, recién preparado como cada media mañana, tentador, con su aroma envolviéndome embriagadoramente desde la cocina, se despierta mi bebé, terminó su siesta. No puede ser, si apenas hace veinte minutos que se quedó dormido. - Mamá, ¿pintas conmigo? - Pregunta su hermano mayor mientras salta sobre el sofá. Para cuando tengo un rato, vaya mi café se quedó frío.

Jueves, suena el timbre, visita. - ¡Qué ricas las verduras de la huerta!!! Pasa, quédate un rato. Hasta luego y gracias. - Vaya, mi café se quedó frío.

Viernes, reciéeeen preparado “Mi Caféeee” (sí, con muchas "e") de media mañana, Ansiosa y nerviosa, pienso ¿será hoy el día en el que pueda tomarme tranquila este café? Huele tan bien, a recién hecho. Suena el teléfono, viene el cartero comercial, el chico que buzonea la publicidad toca el timbre desde el portal, mi bebé despierta de su siesta, hoy la hizo más corta, el hermano mayor quiere jugar a dinosaurios conmigo, me avisan a través del teléfono móvil que pasan por casa a traerme "algo" que pedimos.... No recuerdo haber sido yo.... y mi café vuelve a quedarse fríoooo (sí, con muchas “o”).

¡Sábado y domingo!. Es fin de semana. Estamos todos en casa. ¿Será el momento de disfrutar de mi café? Quien sabe…. En cuanto enciendo la cafetera, tensa, me pregunto: ¿Qué o quién hará que mi café quede frío hoy también? Mi café del medio día, después de tantos años de ritual, se ha convertido en el café maldito. Da igual la hora, el momento se tuerce siempre.

¡Menos mal que no se me ha ocurrido pretender leer el periódico mientras lo saboreo… frío!.

1 comentario:

  1. Cómo te entiendo... ese café es una especie de ritual, engúllelo rápidamente antes de que te interrumpan la magia del momento y disfruta del regustillo que se te queda.
    Besos ♥

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